El presente trabajo es el resultado del proceso reflexivo que estamos viviendo los alumnos de la especialidad en Competencias Docentes para la Educación Media Superior, tiene la intención de enfrentar y confrontar nuestro que hacer cotidiano para intentar encontrar problemáticas comunes que estamos viviendo o vivimos los docentes del nivel medio superior, independientemente de los contextos diversos del grupo, ello con base en la lectura de José Manuel Esteve, Paulo Freire, Miguel Ángel Santos Guerra y enriquecido en los foros de discusión y análisis de la especialidad.
Para poder entender lo que hoy soy y cómo lo hago, fue necesario realizar un primer ejercicio de lo que cotidianamente realizó en mi práctica docente día a día a manera de relato, esto me condujo a realizar un pequeño alto en lo que estoy haciendo, posteriormente comparé mi labor con la de mis compañeros para poder encontrar problemáticas comunes, coincidencias y diferencias, este ejercicio se llamó lo que compartimos, así se fue construyendo el proceso reflexivo.
Decía Hegel: “lo conocido por conocido, se vuelve desconocido”, esto nos ocurre a la mayoría de docentes en nuestras prácticas, hacer una pausa para poder entender e intentar explicar, es un hecho reflexivo necesario para mejorar. Reconocernos como sujetos históricos es el primer paso en el acto reflexivo sobre mi práctica docente, qué hechos tuvieron que ocurrir para poder llegar a la docencia en educación física: en primer lugar no fue el deseo de enseñar, sino el gusto por las actividades de corte deportivo (Básquetbol, Voleibol, Beisbol, Tenis, Fútbol, etc), otro hecho determinante fue el contexto donde vivía, cerca de mi hogar se encontraba el Deportivo Reynosa; un acontecimiento que fue determinante en la elección de la profesión fue el contacto que tuve a lo largo de mi vida como estudiante, en la primaria ausencia de docentes, en la secundaría prácticas exclusivas, en la preparatoria aunque teníamos docente pocas veces nos dio clase, en este nivel fue la primera vez que pensé ser docente de educación física, en mí existía una especie de revancha por no ser como los profesores que había tenido, en mi mente aparecía el pensamiento de “yo no voy hacer como mis maestros, yo si les voy a enseñar a mis alumnos a jugar muchos deportes”. Y por último un fracaso universitario, la falta de madurez y la poca información me condujeron a elegir una profesión que no me gustaba, pero a lo mejor me sacaba de pobre, decidí estudiar Ingeniería Eléctrica, al término del primer semestre, 4 asignaturas reprobadas, a la mitad del segundo semestre decidí darme de baja definitiva, para poder ingresar a la escuela superior de educación física (ESEF), siempre con la intención de no ser como mis profesores. La formación que tuve en dicha institución fue bajo la perspectiva técnica que Miguel Ángel Santos Guerra caracteriza, como aquella donde los estudiantes tienen que aprender teorías que posteriormente deben aplicar en la práctica, es decir, un mero reproductor de lo que otros hacen. La bondad que la institución brindaba a sus alumnos que concluían la licenciatura es la de otorgar una plaza de 22 horas. Es así como llegó a la docencia en el nivel primaria. Cuando era estudiante de la ESEF, algunas veces asistía a escuela preparatoria de donde había egresado, el profesor estaba a punto de jubilarse y me dijo que visitará al director para que cuando concluyera la licenciatura me quedará en su lugar, así lo hice y al terminar de estudiar me brindaron la oportunidad de trabajar en el nivel.
Una vez ya en el nivel a mis escasos 22 años de edad aún me confundía con los alumnos, la ansiedad hizo su aparición, a pesar de la formación que tuve como docente no tuve éxito en mis dos primeros año de experiencia, Esteves explica al respecto que durante los primeros años de experiencia existen problemas comunes entre los docentes, entre ellos se encuentra los siguientes: la idealización del docente, la identidad profesional, la disciplina y los contenidos. En mi caso el principal problema al que me enfrentaba era el control de grupo y la disciplina de los alumnos, que durante el primer bimestre jamás me hicieron caso. Con respecto a lo que llama identidad profesional no lo puedo considerar un problema grave por la formación que tuve durante los 4 años de preparación pedagógica y didáctica, ello, me facilitó demasiado el trabajo en el nivel. Pero en cuanto a los contenidos hubo un choque muy fuerte, los programas se basaban en actividades de corte puramente deportivo y militar, durante los años de estancia en la ESEF, uno de los principales objetivos fue no ser como mis maestros de educación física, pero repetí el mismo patrón de comportamiento, no fui capaz de hacer ajustes en los contenidos, ni tampoco considera las necesidades de aprendizaje de mis alumnos, y me limite a llevar acabo un programa hecho por otros, al respecto Díaz Lucea Jordi nos dice: “las actividades de corte deportivo competitivo conducen a prácticas excluyentes”. Así fueron mis primeros años de trabajo como docente, reproduciendo el mismo patrón de prácticas que mis profesores de educación física.
A través de los años mi práctica ha estado en constante trasformación, aún no alcanzo mi libertad docente[1], creo que no lo he logrado, simplemente por el hecho de realizar esfuerzos aislados y poco sistematizados, además, pienso que el proceso se esta consolidando durante el proceso de formación en la especialidad, se que es un problema al que nos enfrentamos la mayoría de docentes en la nivel. Ser docente es ante todo una gran responsabilidad, ya que tenemos en nuestras manos el futuro de México y de la Aldea Global, lo que intento enseñar tiene que trascender en los sujetos, para ello antes de entrar al salón de clase, en mi caso el patio, debo tener claro lo que intento trasmitir a mis alumnos en clase, en todas las sesiones mi intención es que ellos se apropien de conceptos, habilidad y actitudes humanas. Inicio las sesiones de activación física que tienen una duración de 30 minutos con un gran entusiasmo, algo que muchos colegas ya perdieron, intentando trasmitir a los alumnos vitalidad, alegría, entrega y sobre todo tolerancia. Posteriormente explico el propósito de la clase y qué quiero que ellos aprendan, a este periodo de la clase lo denomino “conectarse en el mismo canal”, posteriormente les explicó las actividades a realizar, estas casi siempre van encaminadas al desarrollo de una mejor autoestima y una valoración de sí, también intento que mejoren su seguridad, la manera de comunicarse y se sentir, algunos de ellos no se lo permiten, además, todo esto lo hago con firme intención de que ellos aprendan a llevar una vida saludable y en su tiempo libre se ejerciten y se muevan. Los juegos y las actividades cooperativas son un recurso indispensable en mi práctica docente, a través de ellos puedo observar y evaluar en los alumnos su autoestima, seguridad, inseguridad, ansiedad, trampa, honestidad, cooperación, mentira, seriedad, etc. Dice Jean Chateau que un niño que no sabe jugar será un adulto inadaptado e intolerante, yo agregaría a esta categoría a los adolescentes. Alicia Grasso, en su libro “Construcción de la Copereidad” afirma que la construcción de la identidad de los sujetos es un proceso que nos lleva toda la vida y esta determinada por cada una de las actividades que realizamos en nuestra vida cotidiana, en cada una de las sesiones hago evidente este aspecto, por ello ese recurso se ha vuelto fundamental en el proceso de enseñanza y en el de aprendizaje.
Parafraseando a José Manuel Esteves diré que la docencia es una profesión ambivalente, en ella pueden estar el aburrimiento, la ansiedad, la frustración, el confort, etc, o por el contrario, en ella los sujetos pueden encontrar un lugar donde puedan crecer, desarrollarse, aportar, trasmitir, trasformar; depende de cada uno de nosotros si nos quedamos en el primer caso o intentamos dar el gran salto para mejorar nuestras prácticas docentes.